domingo, 31 de julio de 2011

Tosca-ROH 17 Julio 2011

Ya decía en otra entrada que hay cosas que no voy a ser capaz de olvidar en mi vida. Y escribir sobre ello 15 días después no es nada, podría hacerlo dentro de un año exactamente igual, tal y como podría hacerlo de la primera vez que vi esta función hace algo mas de 3 años. Claro que la situación era especial entonces : mi primera visita al ROH, mi primera Tosca en vivo, la primera vez que oía/veía en vivo a Jonas Kaufmann (y la primera vez que el cantaba Mario Cavadarossi) y a Tony Pappano.....No es difícil imaginar que esa función para mí tiene algo de "mítico".

©Royal Opera House/Catherine Ashmore

Lo cierto es que cuando tienes en la memoria un momento así, te cuesta creer que eso se vaya a repetir. No ya la función en sí misma que siempre es diferente, sino tu propia percepción. ¿Voy a disfrutar igual? Era una pregunta estúpida...la respuesta es : igual no, diferente pero mas, mucho mas !

La producción de Jonathan Kent es clásica, muy clásica. Pero no me parece importante la producción en Tosca, esta demasiado centrada en los personajes, (en tres personajes) como para que unos sets y el vestuario cambien mucho las cosas. Ni siquiera cuando la Tosca lleva joyas prestadas por una joyería y no bisutería ;)

El director sí cambia las cosas , mucho !. Y nadie, absolutamente nadie toca Puccini como Pappano. La mitad (o mas) del público presente en la sala habíamos estado el día anterior en el Tell del Royal Albert Hall y yo supongo que todos tendríamos la misma duda. ¿Como estará Pappano al dia siguiente del tour-de-force que supone la gran obra de Rossini ? Solo hicieron falta los tres primeros acordes con los que empieza la obra para darnos cuenta que Tony Pappano estaba en su mejor forma (es alucinante !) y que estábamos todos allí para algo especial, que no era un día cualquiera. En esto no puedo hablar por el resto, pero yo sentí que celebrabamos algo con el, quizá que habíamos sobrevivido juntos al fin de semana ...quizá "simplemente" que amamos la música. De lo que sí estoy segura es que cada minuto de su Tosca al frente de la orquesta de ROH (los mejores!) es un regalo. No sé si a el le gusta que se lo digan o no, pero es un autentico Maestro, en toda la extensión de la palabra.

Y los cantantes...para pedir al final que vuelva todo a empezar ;)

Como decía antes esta es una obra de tres personajes. Claro que hay una intervención del coro (el Tedeum) y varios personajes secundarios (muy bien interpretados, con mención especial para el Angelotti de Lukas Jakobski) pero los tres roles principales, Tosca, Mario y Scarpia dominan la obra.

La Tosca de Angela Gheorghiu no me termina de convencer. Y no , el problema no es su voz, que como siempre que esta con ganas cantó MUY bien, especialmente en los dúos. El problema es que ella intenta representar a Floria Tosca...y yo solo veo a Angela Gheorghiu. Puedo pasar por alto los gestos de actriz del cine mudo (no es la única que hace estas cosas) pero no me puedo creer su segundo acto. Se queda tan ancha cuando se llevan al Cavadarossi, tomándose su vinito de España como si estuviera en la terraza de un café y tampoco parecía muy enfadada con Dios en el Vissi...Claro, puestos así llega el momento de matar a Scarpia y no me creo que con tanta frialdad a ella le de miedo y tenga  un arrebato al encontrar el cuchillo. Y si a eso le añadimos que se acordó del monologo de Fedra para decir el peor "Davanti a lui tremava tutta Roma" que oí en mi vida...pues quedé un tanto frustrada.
Para decir toda la verdad, la cosa cambió en el tercer acto, que me encantó, y me reconcilié con ella. Y es que Tosca o Angela...insensible no es ;)

¿El barone Scarpia se llama Bryn Terfel? No, Bryn Terfel es un señor demasiado encantador para siquiera parecerse a ese monstruo, pero es un actor/cantante tan increíblemente bueno que te hace ver , que hasta  el ser mas abyecto se puede enamorar. Porque este Scarpia esta enamorado, mucho, de Tosca pero de alguien como el no se puede esperar otro método de alcanzar su objetivo que no sea arrasar con todo lo que encuentra a su paso, sin importarle nada...ni siquiera el objeto de su amor. Y su voz enorme que se alza por encima de todo en el Tedeum, que habla al oído con un hilo de voz y resuena por todo el teatro...A una le gustaría que no lo mataran tan pronto para seguir escuchándole, pero no se puede cambiar la opera ;)

Y Jonas Kaufmann. O Mario Cavadarossi, tanto da, porque desde el momento que entra al escenario aparece la magia y ya no se puede diferenciar la realidad de la ilusión. Me cuesta mucho escribir sobre esto, todas las palabras me parecen pequeñas para describir algo tan grande, tan hermoso. Como cronista no soy buena porque soy incapaz de describir las funciones y a los artistas para que otros las lean y se hagan una composición de lugar, si encima tengo que hablar de Jonas Kaufmann... lo que yo querría explicar solo se puede sentir : el corazón que va a mil por hora, la respiración que se corta, esa mezcla de malestar y el mas absoluto placer imaginable. A veces no se quien acumula mas adrenalina, si el en el escenario o yo en el asiento.

Tras el Lucevan, "out of this world" que dirían en ingles,(que pena que tengo una foto y no un vídeo) se me pasó el rato como un suspiro esperando el momento de poder chillar. Chillar hasta quedar afónica. Chillar hasta desahogar toda la tensión acumulada y sacar la adrenalina. Chillar hasta volver a la realidad, esa en la que no siempre relucen las estrellas.

1 comentario:

  1. Grácias por compartir tus impresiones. No sabes cuándo me hubiera gustado estar allí: Angela y Jonas, juntos y en directo, ni más ni menos que con una Tosca, una de mís óperas preferidas, y además, en el Covent Garden, teatro del cual quedé realmente impresionada cuando este mes de mayo lo pisé por primera vez.
    No pude ligar las fechas y escaparme a Londres, pero sí que he seguido muy atenta las diferentes opiniones acerca de las dos representaciones, y en ellas hay siempre un punto en común: el gran éxito de Jonas Kuafmann.

    Qué ganas tengo de escucharle en directo...

    Saludos,

    brunilda

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