sábado, 23 de julio de 2011

Guillaume Tell con Tony Pappano-RAH 16 Julio 2011

Con esta opera he aprendido una lección : no se debe ir a una opera en concierto sin haber hecho los deberes , es decir, sin al menos haberse leído el libretto y a ser posible haberla escuchado atentamente antes al menos una vez Y es que me pasé los dos primeros actos intentando ubicarme...pasada la extraordinaria obertura(no voy a olvidar en mi vida esos violoncellos!) me perdí. No sabia nada, no entendia nada, me faltaba demasiado el teatro aunque solo fuera para saber quien es quien.... para colmo estaba cansada y no en el mejor momento. No es una buena perspectiva cuando aun te quedan 3 horas y media .... Después del primer intermedio me sentí mucho mejor y me mentalicé que aquello no era una opera, sino un concierto y que si me concentraba en la música , los maestros Rossini y Pappano harían el resto. Y así fue como sucedió.

© Musacchio & Ianniello

De repente, la música lo invadió todo. La intensidad  fue in crescendo y las intervenciones del coro , a los que tenia muy cerca, se convirtieron en una ola que me arrastraba a un sitio donde todo, absolutamente todo, es belleza. Donde ya daba igual si estaba en las montañas de Suiza o en Londres,  tampoco importaba quien es quien, solo había un barítono de voz suave y profunda (Michele Pertusi) que hace pianos maravillosos, un tenor valiente (John Osborn) que canta por encima de una enorme orquestación como si de ello dependiera su vida, una soprano fabulosa que parece salida del baile de Cenerentola (Malin Biström) ...y así hasta 13 magnificos cantantes que contribuyeron a que la enorme sala del Royal Albert Hall se llenara de vida...y de aplausos.

Es mucho mas que un placer oír una orquesta cuando dirige Antonio Pappano. No creo que haga falta hablar de la enorme categoría de la Santa Cecilia (para mi, ahora mismo es una de las mejores orquestas del mundo) pero cuando el esta en el podio, es tanto su entusiasmo, tanto el amor (y el trabajo) que hay en cada pequeño detalle, tanta fuerza.. que es como un imán que todo lo atrae a su alrededor  y tanto el publico como los músicos solo pueden seguirle y disfrutarlo. Si además, el compás de vals viene acompañado de los pasos correspondientes.....es difícil resistirse a acompañarle en el baile ;)

También aprendí que cuando se crea la magia...todo lo demás deja de importar y las horas pasan como si fueran minutos. Y al final, uno se queda afónico.

3 comentarios:

  1. Aunque no conseguimos encontrarnos en el inmenso Royal Albert Hall (que me impresionó muchísimo), compartimos esa noche increiblemente bella.
    Entiendo lo que dices de prepararse los conciertos u óperas, parece ser que eso es lo normal, que se disfrute más si uno se lo ha preparado. En mi caso, funciono al revés. Me gusta sumergirme en la música que no conozco, dejarme llevar (si lo consigo), y es posible que salga entusiasmada (como fue el caso), y viene luego cuando lo escucho, y lo reconozco.
    A mi me pareció una ópera/concierto extraordinario: por el lugar, por el director, por la orquesta, por los icantantes, y, desde luego, por la música. Si tuviera que elegir una sóla palabra para definir mi estado esa noche, sería: sobrecogida, durante la función . Y al salir: ¡feliz!...¿que más se puede pedir?

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  2. El caso es que a mi me suele gustar ir "sin anestesia" ;) Así fuí a mi primera opera ..el Don Carlo. Pero no era en concierto. Ni en frances, ajajaja, que lo entiendo menos que el italiano. Tampoco hubiera estado mal haber tenido las gafas de cerca para leer el programa....que las tengo que hacer y no me dió tiempo antes de ir a Londres ;)))
    Pero sí, al final era inevitable disfrutar , ya decia mi abuelo que las cosas no son como empiezan...sino como acaban ;)

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  3. Obrigado por mais este seu relato.
    Concordo com o que diz. Comigo também é assim, quando não estudo antes o que vou ver, sobretudo quando é em versão concerto, sinto que perco muitas coisas.
    Desta vez não vi tamb´+em esta ópera em Londres, com muita pena minha.

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